AGITADORAS

PORTADA

AGITANDO

CONTACTO

NOSOTROS

     

ISSN 1989-4163

NUMERO 31 - MARZO 2012

Madres Versus Adolescentes

Ángela Mallén

“Las habitaciones de l@s adolescentes son con braguitas tiradas”, dijo una vez una madre amiga mía. Eso, bragitas por medio, camas sin hacer, libros abiertos, migas de Bollicao y de patatas fritas, chicles, cómics, i-pots encendidos, fundas de dvd, decenas de camisetas hechas un higo, cables enchufados y pelusas por todas partes. Se trata de los restos del naufragio de la niñez y los primeros saqueos de la Tierra Virgen.

Las habitaciones representan una réplica del alma. Por eso quieren las madres que simbolicen el orden y la pureza. Las madres que recosen, replanchan y reestrenan su microespacio, su psicohogar, desean que todo luzca impecable e inmaculado. Como su niñ@, como el alma que modelan a su imagen y semejanza.

El orden, ese detalle del caos. La limpieza, esa consecuencia de haber gestionado el barullo, el juego y la vida. Algo a lo que regresar tras el uso o el abuso.
 
Las almas de l@s adolescentes están sin estrenar. Son el juguete más confuso que jamás hayan tenido en sus manos. Extraño, enigmático, extremadamente complejo; un puzzle tan inmenso que sus piezas no caben en ninguna habitación; un muñeco diabólico; un LEGO sin instrucciones para reproducir el cielo y el infierno. Con este juguete se la juegan en la vida. Deberán aprender a reconocer sus segmentos, dirigir sus funciones, obedecer sus reglas, encajar sus limites.

El alma de l@s adolescentes no cabe en sus habitaciones. Allí extienden el manual de instrucciones como una carta de navegación gigante. Todas las piezas expandidas: entre las sábanas, debajo del envoltorio roto, pegadas a la lámpara.

“Mira cómo tienes la habitación”, dicen las madres aturdidas, decepcionadas de su poca capacidad educativa, asustadas ante un porvenir de fracasos, hechas un basilisco. El monstruo de mirada severa y voz de pito. La ex-madre-cuentacuentos.

Cuánto tiempo pasará hasta comprender que las habitaciones de l@s adolescentes son una réplica del alma; alma que hay que aprender a usar; alma mareante encabritada; alma plagada de cachivaches; alma viviente. Ya vendrán los días de la limpieza, la recogida de trastos y el rascado de “cositas” pegadas.  Primero hay que estrenar el alma, equivocarse mucho, ensuciar y desordenar, aguantar y comprender la severa mirada de quien bien te quiere.

El orden propio llegará a su debido tiempo, cuando el alma quepa casi en un puño. Pero antes, siempre, volver a casa por favor; al psicouniverso bienoliente gestionado con dulzura y coraje como ejemplo (dudoso) y cobijo.

Madres

 

 

 

 

© Agitadoras.com 2012